Un cielo azul con nubes y un suave coro abren siempre la serie animada más popular de la televisión mundial: Los Simpson, la que lleva más de veinte años de éxito en la pantalla chica. Esta familia disfuncional, enmarcada en una sociedad urbana más disfuncional aún, es seguida religiosamente por una horda de fieles seguidores alrededor del orbe.
Es mucho lo que podría decirse de esta exitosa serie que recibe toda clase de homenajes al inicio de su tercera década; no obstante, de la misma forma en que personajes y circunstancias han sido puestos en el tapete de esta familia, el fenómeno automotor también está presente a lo largo de muchos capítulos como corresponde a la irreverencia con la que tocan cualquier tema. Aparecen autos ficticios como reales que no pasan desapercibidos a los ojos del fanático. En esta oportunidad, un vistazo al automóvil según Los Simpson.
Como gran fenómeno del siglo XX, continuado en el XXI, el automóvil también es objeto de cuestionamiento dentro de una sociedad altamente motorizada como la norteamericana. En las afueras del garage doble de la calle Evergreen N° 21 siempre vemos estacionados un sedán rosado y una station wagon roja. El primero de Homero, la segunda de Marge. Ambos representan al gran carro estadounidense de los años 60 y 70 y carecen de marca. En el célebre episodio de Don Barredora, Homero acaba con ambos en una noche nevada, y gracias a su aseguradora cambia de vehículo. Antes de llegar a la monstruosa Pick Up quitanieve de la hipotética Hamamatsu-Motors de Japón, pasa por la compra-venta de El Húngaro Loco que le muestra un raro carro de un país ya desaparecido, con los cambios automáticos en ruso en clara alusión a la industria de la antigua cortina de hierro.
En una feria automotriz, Lisa cuestiona las pruebas de seguridad activa con muñecos reales de la ficticia marca alemana Cuarto Reich fundada en 1946. Dos capítulos se refieren al polémico tema de las grandes SUV con el impresionante Canyonero rojo que aparece primero en manos del payaso Krusty a modo de publicidad testimonial, y luego conducido por Marge, quien se convierte sin quererlo en una furiosa al volante. El tamaño, alto consumo e inseguridad, hacen quedar mal a esta tipología de vehículos.
Pero un capítulo de antología de las primeras temporadas, es el del mediohermano de Homero, Herbert Powell: Opulento industrial automotor de Detroit decidido a lanzar el auto definitivo para el ciudadano medio. Lógicamente se lo encarga a Homero quien termina arruinando a Herbert y matando su marca absorbida por los nipones.
LOS AUTOS REALES
Pero lo que realmente puede identificarse en Los Simpson como elementos de ambientación circunstancial, o en movimiento, es todo un parque automotor compuesto por marcas y modelos reales; tan reales como las celebridades invitadas, y que incluye motocicletas, camiones, tractores y hasta carros de combate. Algunos de ellos han identificado a personajes claves en uno o varios capítulos, el Volkswagen Safari 181 color verde boñiga de las gemelas Patty y Selma Bouvier, hermanas de Marge. El Porsche 911 blanco del payaso Krusty, o el Pontiac Firebird TransAm rojo de Apu.
Una sola vez aparece el Volkswagen Karmann-Ghia Cabriolet rojo en manos del reverendo Alegría cuando pasó por su gran crisis vocacional debida entre otros al conductor de un Geo Metro también rojo: El devoto Ned Flanders, que en Chile conocimos como el Suzuki Swift y posteriormente como Chevrolet Sprinter. Los emblemáticos Chevrolet Caprice con emblemas policiales se reconocen, como no, en manos del jefe de policía Gorgory. El amargado cantinero Moe aparece una vez en una Ford F100 de 1958 a 1960, al igual que el montañero Cletus que hace lo propio en otra camioneta de la competencia: una Chevrolet 3100 de 1949 a 1954 acarreando su extensa prole junto con la carga.
Troy McClure, quiso llevar al altar a Selma Bouvier en un De Lorean DMC-12 igual al de la película Volver al Futuro. En sus peores tiempos, el musculoso Rainier Luftwaffe tuvo que hacer películas horrendas para pagar el Ferrari F40 que Marge chocó por detrás. Precisamente en sus tiempos de soltera, la paciente esposa de Homero lo salvó del fracaso afectivo en un AMC Gremlin rojo, idéntico al de Juan Topo.
AUTOS PREMIUM
El lujo de varios Rolls-Royce y Bentley queda en manos del estrato alto de la serie. Su más reconocido propietario es lógicamente el ciudadano más viejo y adinerado de Springfield: Charles Montgomery Burns a quien vemos a bordo de la aristocracia automotriz británica que data de los años treinta, (como cosa curiosa aparece una vez a bordo de un Ford modelo T verde de 1909). El mismo que huye con el vasallo del sector 7G y Waylon Smithers desde el Departamento del Tesoro en un Oldsmobile 1906 , hacia la Cuba castrista.
Destacable son los episodios, en donde el Sr. Burns le encomienda a Homero la difícil tarea de ir a recoger su flamante Lamborghini Gallardo a Italia, con el objeto de trasladarlo desde la fábrica hasta Roma, donde Homero lo colisiona contra un enorme trozo de mortadela.
Es posible reconocer el contexto internacional en Londres, cuando Homero arrienda un Mini Cooper 2001 de color rojo, él que estrella la carroza de Isabel II en Buckinham Palace, y cuando viajan a África, aparece un Land Rover Defender tercera generación, al cual Homero le celebra el kilometraje. En Brasil se alcanza a ver por breves instantes la camioneta Chevrolet Veraneio en versión policíaca, que se hizo para ese mercado en los sesenta. El taxi Austin FX1 aparece en Londres, curiosamente en Pekín e inexplicablemente en un pueblo francés al que Bart fue de intercambio, engañado para embotellar vino con refrigerante.
Por otro lado, los autos galos son los que menos aparecen. Durante un episodio, se puede apreciar la cola de un Citroën DS. De la misma marca, un Dyane 6, sale de ambientación al pie de un hotel barato en Londres junto con un MG, y el coleccionista de historietas Jeff secuestra a Xeena en un oxidado Renault 5 LeCar blanco con brazo de grúa. Del resto, hay alusiones a casi todas las procedencias, siendo Estados Unidos el mercado receptor soñado por toda la industria mundial, aparecen alemanes (Mercedes Benz, BMW, Porsche, VW y hasta Amphicar), ingleses (Rolls-Royce, Jaguar, Mini, Land-Rover, Bentley, Austin y MG), italianos (Fiat, Ferrari, Lamborghini, e Isotta Fraschini), suecos oriundos de la Volvo. Como no, japoneses (Toyota, Honda, Mazda y Nissan) y hasta el Hyundai Stellar coreano de Corky “Jimbo” Jones al que Skinner (que manejaría un Toyota Camry después), pretende arrancarle la H del emblema para ponerla en el Honda Accord Hatchback de 3 puertas modelo 79 del secretario de educación Archundia.
Obvio, el origen estadounidense de la serie, denota el abundante parque automotor nacido en Detroit del que hay ejemplares diversos de todas las marcas y de los tres conglomerados: Ford es representado por el modelo T, el A de 1928, el baleado 8 en V del 34 de Bonnie y Clyde en el que Bart encuentra dólares, la serie Fairlane de los cincuenta y sesenta, los Mustang y los Thunderbirds con el convertible 66 azul evocador de Thelma y Louis a la cabeza. Además del Bronco negro de George Bush, camionetas Ford Country Squire, LTD y un camión Ford Aeromax abordo del que Homero y Bart se hacen camioneros, aparecen Mercury y Lincoln de diferentes referencias, incluyendo el Batimóvil original de la serie con todo y Adam West.
General Motors ha puesto a todas sus marcas: Chevrolet se representa en varios modelos de Corvette, como el convertible 1956 de Las Vegas en el que Homero y Ned Flanders intentan huir de sus segundas esposas que reaparecen capítulos después a bordo de un Oldsmobile Cutlass 1978. El Bel Air 1957 contra el que compite el abuelo Abe al escondido de Homero, el Camaro abandonado en la casa de Nelson, un Montecarlo de la fórmula NASCAR, un Corvair convertible, o la Suburban que alguna vez conduce Lenie. De ahí en adelante, los Pontiac de Apu y Snake Jailbird antes citados, un par de Buicks como el Skylark azul con el que Johnny Carlson hace malabarismo, o la camioneta modelo 71 de la funesta visita de Homero a Nueva York, y como no, Cadillac de todo tipo, como el CTS que le prestaron a Homero; las largas limusinas, los Coupe De Ville, el convertible 58 para promocionar pretzels, y como no, las aletas con carro incluido de 1959 en forma de un Eldorado Biarritz rosa que choca Juan Topo contra una cornisa, o la ambulancia tipo Cazafantasmas que compra Homero para dárselas de paramédico.
Se recuerdan la variedad de Mercedes Benz como el de Hitler que aparece en una feria de pueblo, el clase G con el que el Dr. Jibbert mata a Bola de Nieve II, o el 300 SL alas de Gaviota. Como no, Volkswagen no podía faltar con sus Escarabajos que suscitan risas y puñetazos en el bus escolar de Otto, la Kleinbus de los Hippies en la que huye la madre fugitiva de Homero, el Golf convertible, y el actual Beetle.
El listado de autos, camionetas, camiones, furgones, buses y demás es casi tan largo como la cabellera azul de Marge y se seguirá extendiendo a lo largo de episodios y temporadas futuras a la par con situaciones y personajes, pues Matt Groenig le garantizó continuidad indefinida a Los Simpson, y con seguridad los aficionados tanto a la serie como a los autos, seguiremos descubriendo modelos que, al igual que Homero ante una lata de cerveza Duff, nos harán agua la boca.
Por: Raúl Farías; Noticias Destacados
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