A inicios de la década del 2000, para ser más precisos en 2004, la marca italiana FIAT no pasaba por uno de sus mejores momentos. De hecho tenía pérdidas diarias del orden de los dos millones de euros. En esos días, General Motors estaba «Ad Portas» de comprarla, pero debió incurrir en un desembolso extra de USD 1.500 millones para dejar sin efecto el acuerdo de compra y así no tener que cargar a sus espaldas con una carga gigantesca de deudas.
Fue ese año que llegó a FIAT de la mano de Umberto Agnelli, en calidad de consejero delegado, Sergio Marchionne, quien tuvo que realizar un complejo «ajuste de motor» a la joya de la familia Agnelli. Transcurrieron casi 15 años, dejando al conglomerado FCA con una liquidez de casi USD 4 mil millones, y el valor de sus acciones pasaron desde 1.60 euros a 16.4 euros, poniendo al conglomerado automotriz entre los grandes colosos del sector.
Marchionne, nació hace 66 años en Chieti, Italia. Su familia huyó de las persecuciones étnicas e ideológicas durante la Segunda Guerra Mundial, debiendo hacer frente a las dificultades impuestas por los temas de inmmigración. Sus días transcurrieron viviendo en Canadá, Italia, Istria y Estados Unidos, estudiando filosofía, y luego Economía y Derecho, carreras que le permitieron ver desde un ángulo distinto el frío mundo de las finanzas.
A él se debe la fusión de Fiat con el Grupo Chrysler, dando lugar al conglomerado FCA: FIAT- Chrysler- Automóviles, con agotadoras y maratónicas jornadas de trabajo, con un estilo de trabajo que estaba realmente en las antípodas de lo que usualmente se hacía por esos días, como lo era su particular suéter azul o el trabajar sin chaqueta ni corbata, convencionalismos que poco a poco van cayendo en el desuso actualmente. Fue un hombre generados de acuerdos y consensos al interior de la firma. Sin embargo, cuando llegó a FIAT era visto como un desconocido que no tenía experiencia en la industria del automóvil, sobre todo considerando que el fabricante estaba al borde de la quiebra, dependiendo única y exclusivamente de los bancos. Pero al asumir su cargo, sus palabras fueron más que claras: «Fiat lo logrará, prometo trabajar duro, sin polémicas ni intereses políticos.» La cumplió, cerrando sólo dos ejercicios: 2004 y 2009 con pérdidas.
Su primera prueba de fuego fue la de hacer que GM diese marcha atrás en su intención de compra: «Si se quedan con Fiat, se quedan con las deudas», que hizo que el fabricante de Detroit gastase una buena suma para deshacer el acuerdo firmado el 2000. Ese capital, fue el puntapié inicial para el plan de reflote pensado por Marchionne para el fabricante de Turín. El segundo paso de su plan, que echo a andar en 2005, fue transformar la deuda que se tenía con los bancos en acciones, que se podían vender a otras marcas.
Pero no fue hasta 2007, que su liderazgo quedó de manifiesto, cuando logró convencer al propio Presidente Obama, los bancos y sindicatos, acerca de la conveniencia de que Chrysler debía ser comprada por FIAT, firma tras la cual fue apodado como el «General sin miedo».