La octava generación del Porsche 911 llegará al mercado europeo a principios de 2019. Antes de este acontecimiento, los prototipos trabajan al límite para completar el programa final de pruebas alrededor del mundo, poniendo bajo fuerte presión a este deportivo clásico.
Los modelos de preproducción viajan entre zonas climáticas con diferencias de temperatura de hasta 85 grados centígrados, ruedan por desniveles de más de cuatro kilómetros, soportan grandes atascos en las principales ciudades y establecen nuevos récords en los circuitos. Después de todo esto, cada componente del vehículo debe funcionar de forma tan fiable como lo hacía inicialmente.
Las pruebas se centran primero en las áreas donde Porsche tradicionalmente ha tenido más experiencia, como el chasis y el motor, que se han mejorado más aún para aumentar tanto las prestaciones como la facilidad para el uso diario.
Adicionalmente, hay unos tests de funciones y de stress para todo el nuevo concepto de manejo del habitáculo, así como para los instrumentos y pantallas. Los nuevos sistemas de asistencia a la conducción y de la aumentada conectividad también han de superar los retos de unas extenuantes pruebas maratonianas: el Porsche Connect varía de un país a otro, por lo que para comprobar su funcionamiento y funciones se necesitan muchos recursos.
En países cálidos como los Estados del Golfo Pérsico, en Oriente Medio, o el Valle de la Muerte, en Estados Unidos, la climatización interior, la gestión térmica y el comportamiento del combustible necesitan someterse a pruebas de funcionamiento en temperaturas que superan los 50 grados centígrados, en las que, por ejemplo, los componentes del interior no deben expandirse o contraerse ni hacer ruidos cuando se exponen al calor.
En las temperaturas finlandesas de 35 grados bajo cero, el programa de pruebas se centra en áreas como el arranque en frío, la calefacción y el aire acondicionado, la tracción, el comportamiento del coche y la frenada, así como la velocidad de respuesta de los sistemas de control relacionados con la conducción. Las duras y exigentes carreteras del Círculo Polar Ártico ofrecen las condiciones óptimas para probar un deportivo, mientras que los recorridos de resistencia del nuevo 911 se han llevado a cabo en circuitos y calzadas de China, con un tipo de tráfico que es típico de ese país, donde también se puede comprobar el funcionamiento fiable del coche con un combustible cuya calidad varía mucho.
El circuito de Nürburgring tradicionalmente forma parte de los rigurosos test y del programa de desarrollo de Porsche. El motor, la transmisión, los frenos y el chasis deben demostrar su valía en la exigente pista de la región de Eifel. En Italia, los autos de prueba se conducen en el anillo de alta velocidad de Nardò, donde no sólo se verifica la máxima velocidad sino también la refrigeración y el comportamiento. Estos vehículos alcanzan el punto más bajo de sus pruebas de resistencia en el Valle de la Muerte, que desciende alrededor de 90 metros por debajo del nivel del mar.
En el lado opuesto, el fino aire del Monte Evans, en Colorado, supera alturas de 4.300 metros, lo que supone un desafío para la carga del doble turbo y del sistema de combustible. Cuando se terminen las pruebas, los coches habrán recorrido unos tres millones de kilómetros en total.
Otra parte fundamental de estos test, son las pruebas orientadas al uso diario que hará el cliente, que se llevan a cabo en las ciudades y carreteras de Alemania. En esta parte del programa también se recorren un buen número de kilómetros y se cumple con todas las normas de tráfico, para garantizar que todo el vehículo y sus sistemas sean duraderos y óptimos para el uso diario.