La Unión Europea buscaba el miércoles poderes por encima de las regulaciones nacionales sobre vehículos, en un intento por evitar que se repita el escándalo de emisiones de Volkswagen pero que dará pie a un polémico debate pues los gobiernos y la industria se resisten a los cambios.
Bajo las nuevas reglas propuestas, Bruselas podría ordenar revisiones de vehículos, retirarlos e imponer sanciones sobre sus fabricantes de hasta US$32.600 dólares por unidad por no cumplir con la normativa medioambiental – si no se impone multa por parte del Estado miembro.
Los nuevos planes permitirán a los países de la UE retirar autos autorizados por otras naciones del bloque si se descubre que incumplen la regulación medioambiental.
La legislación es la mayor respuesta de la UE por el momento a la revelación en septiembre del año pasado de que Volkswagen usó un software en vehículos diésel para tratar de engañar a los reguladores en Estados Unidos, un escándalo que enfocó la atención en la laxa regulación de coches en Europa.
«Para recuperar la confianza de los clientes en este importante sector, necesitamos endurecer las normas, pero también asegurar de que se cumplen efectivamente», dijo Jyrki Katainen, vicepresidente de la Comisión Europea para empleo, crecimiento, inversiones y competitividad.
En el caso concreto de Volkswagen sólo el regulador alemán KBA, y no la Unión Europea, tiene potestad para aprobar la circulación de estos nuevos coches y de revocar las licencias, aunque los automóviles pueden ser vendidos en el mercado único de la UE.
De momento, ninguna autoridad nacional de la UE ha aplicado castigos a Volkswagen, pese a que la automotriz reconoció que 8,5 de los 11 millones de vehículos equipados con el software prohibido circulan en esta región.
Si la nueva legislación es aprobada por los países y el Parlamento Europeo, cualquier violación futura podría resultar en posibles multas multimillonarias para los fabricantes.