La versión 3.0 litros bencinera de la Mitsubishi Outlander K2 es más silenciosa y dinámica que el motor 2.4 litros, pero también consume mucho más. Eso sí, su andar está plagado de comodidad y posee atributos que le permiten ser un competidor interesante dentro de los crossover.
Con cerca de cuatro años en el mercado, el Mitsubishi Outlander K2 se renovó hace unos meses. Esta vez integró cambios en su mascara y retoques en su interior. Esta camioneta tiene cuatro opciones bencineras 2.4 litros y una 3.0 litros V6 AWD, que testeamos. Sus precios fluctúan entre los $14.490.000 y los $17.990.000 en cinco configuraciones distintas.
Probar este tipo de vehículos siempre es entretenido dada su diversidad de uso. Como decíamos, destaca su nueva máscara frontal diseñada acorde con el «family feeling» de la nueva línea de productos de la marca. La configuración de motores es la misma. Además es destacable que se bajaron las emisiones CO2 en cerca de 17%.
Complementando los cambios exteriores, el diseño interior de la nueva Outlander K2 ha sido refrescado, con mayor equipamiento para entregar a los usuarios una mayor comodidad. Esta nueva versión ha sido provista con asientos para siete personas, con mucho espacio para las piernas, entregando viajes más cómodos y placenteros.
En el ítem seguridad incorpora airbags frontales y de cortinas laterales, (sólo versión full). A ello se suman frenos ABS con EBD, y sensor de retroceso en la versión más equipada.
A LO MITSUBISHI EVO
En su exterior destaca por su diseño delantero, con el mismo frontal del Mitsubishi Evo. Tiene una trompa más agresiva y moderna. Atrás el parachoques se extiende a lo ancho de la carrocería. Este nuevo diseño genera una sensación mayor de amplitud, resaltando así su capot y parrilla delantera. Además de la máscara, los parachoques y neblineros también se han trabajado en esta nueva generación.
El interior tiene nuevos tapices e incluye una pantalla entre velocímetro y tacómetro de información multicolor, muy útil y bastante clara.
Todo está bien logrado, con materiales que combinan un diseño sobrio. Destaca sus asientos con dos tipos de cuero negro, alcantara y cuero «tradicional». Y en equipamiento, viene con todo, destacados su equipo de audio integrado a la consola, con una excelente calidad. El puesto de conducción es bueno, sólo con regulaciones manuales, falta regulación eléctrica para los asientos, dado que es un vehículo de $17.900.000.
Ahora llega con tres corridas de asientos. La tercera fila es claramente para niños y destaca lo simple del acceso mediante una manilla que pliega y despliega asientos.
VIGOROSO PERO «TRAGÓN»
Su planta motriz es una 3.0 litros V6 MIVEC, que posee una potencia máxima de 223 hp a 6250 rpm y un par máximo de 284 Nm a 3.750 rpm, con transmisión automática de seis velocidades, más que suficiente como para mover los más de cuatro metros y medio de largo y los 1.600 kilos que pesa este crossover nipón.
Es el mismo motor antes del facelift, la reingeniería del motor afecta a ciertas piezas que permiten reducir los niveles de consumo y emisiones de co2 en más de un 17%, sistema que se adecua a la nueva visión de la marca nipona para contribuir a mejorar las condiciones medioambientales.
El Outlander K2 se muestra amigable en la ciudad, con un motor progresivo que responde a las exigencias, sobre todo cuando el tacómetro está arriba de las 2.800 rpm. Su consumo en ciudad no supera los 6 km/l, dependiendo el modo de conducción. En carretera no sobrepasa los 10 km/l, que encontramos muy bajo. Por ejemplo su autonomía está levemente sobre los 400 kilómetros, poco para si la quiere para paseos largos.
Entre más se le exige, más gasta, y sólo a 120 km/h parejo en carretera se logra un consumo más acorde. Y eso que la caja tiene sexta velocidad, sino su consumo sería altísimo. Sin embargo, su motor es muy silencioso y sólo se escuchan pequeños ruidos aerodinámicos sobre 140 km/h.
Manejarla y por sobre todo el carretera es un agrado, en especial por la suspensión muy equilibrada, no blanda. Esta tiene un aplomo interesante en carretera con una dirección bastante comunicativa y directa. Nos gustaron las «paletas» al volante, sistema que permite pasar los cambios de la caja automática sin sacar las manos del volante.
En caminos mantiene su buen rendimiento dinámico. Tiene tracción trasera y trae una caja de transferencia al lado del freno de mano, con lo que incrementa sus capacidades para el fuera de ruta. El correcto funcionamiento de la tracción total lo testeamos en caminos de tierra. En modo 4×4 la Outlander se mueve con facilidad, sin mayores derrapes y con control total.
En suma, un vehículo dinámico, entretenido, equilibrado y que entrega buenas respuestas ante diversas situaciones. Juega en contra su consumo, pero imaginamos que no es un tema clave para un segmento que privilegia el confort y dinamismo frente a bajos consumo, en especial en las versiones tope de línea V6.
LO BUENO:
Motor vigoroso
Equipamiento
Facilidad de conducción
Estabilidad de marcha
LO MALO:
Consumo excesivo