El facelift de la Mazda CX-7 llega ahora con dos versiones, una CV 2WD 2.5L y la CX-7 2.3 GT, modelo que testeamos, con un precio único de $21.990.000. Los cambios son leves en su exterior y algo mayores en su interior, de mejores terminaciones y con nuevos elementos de confort.
Hace un tiempo testeamos en el lanzamiento del facelift de la Mazda Cx-7 el motor 2.5 litros, que nos pareció bastante interesante. Pero queríamos testear el «caballo loco» de la saga, la versión 2.3 litros MZR con inyección directa y turbo, que rinde unos vigorosos 260 CV.
Este modelo compite, entre otros, con la Nissan Murano, Honda CRV, Mitsubishi Montero, Chevrolet Captiva, Volkswagen Tiguan y Kia Sorento. En este facelift presenta cambios en el interior, mejoras dinámicas y de carrocería. Con estos retoques el fabricante japonés busca lograr un mayor dinamismo.
Su target de compradores está en hombres de entre 29 a 40 años. Parte en los $15.990.000 en la nueva versión CX-7 2.5L, hasta los $21.990.000 para la versión tope de línea, la CX-7 2.3 GT, que testeamos, gentileza de Mazda Derco. La garantía es de tres años o 110.000 kilómetros.
Este nuevo SUV o Crossover va más allá de las nomenclaturas. Tiene su propia naturaleza y es una de las fundadoras de un nuevo segmento, de un nuevo espacio. Este nuevo y original modelo grafica el espíritu más deportivo que Mazda ha heredado de modelos como el RX-8 o el MX-5. Ofrece grandes dosis de diversión al volante y unas prestaciones sobresalientes.
Como «todo bueno, repite», dicen, Mazda decidió mantener el motor que ya lleva cuatro años en nuestro mercado, ahora solo en la versión GT. Se trata del notable motor MZR turbo de 2.3 litros y 260 CV a 5.500 rpm. Logra una velocidad máxima de 210 km/h logra los 0-100 km/h en 7.9 segundos. Con estos cambios su planta motriz mejora en cerca de 10% frente a la versión 2007 tanto en economía de combustible como desempeño dinámico.
También se redujeron los ruidos aerodinámicos para mejorar el confort auditivo en la cabina de pasajeros y se utilizaron materiales más espesos, se mejoraron los refuerzos y los puntos de soldadura, todo para hacer que esta nueva versión sea más rígida, pero con apenas un leve incremento en peso.
La suspensión fue recalibrada con amortiguadores, cuyas aperturas del flujo de líquido fueron ensanchadas. La suspensión es independiente en las cuatro ruedas: delante de tipo McPherson y detrás un multibrazo.
En el exterior se rediseñó el frontal con tomas de aire laterales debajo de los focos, nueva parrilla central y nuevas decoraciones cromadas en las luces. También se cambió el parachoques trasero, que ahora incluye una moldura integrada.
En el interior hay varios elementos nuevos como el volante, similar al de otros modelos de Mazda, con mandos para manejar más funciones. Además, los indicadores del cuadro de instrumentos están iluminados de forma diferente y los mandos del climatizador, el equipo de sonido y las salidas de ventilación centrales son distintas.
En el ítem seguridad y confort incorpora airbag, frenos ABS con EBD, carrocería con deformación programada, alarma antirrobo con mando a distancia, radio CD WMA/MP3, velocidad crucero, cierre centralizado y alzavidrios eléctricos, entre otros elementos.
PRUEBA DINÁMICA
Su imagen exterior es un claro reflejo del diseño deportivo que busca últimamente Mazda. Su silueta es extremadamente aerodinámica del cual destacan el inmenso grado de inclinación de 66º del pilar A y la luneta frontal, superior incluso a la de muchos deportivos.
En este sector llaman la atención la gran parrilla inferior y unos parachoques de grandes dimensiones con faros «achinados» y unas marcadas líneas sobre el capó le dan un fuerte aire de deportividad. En la zaga tiene una línea suave con un portón muy redondeado, un portón de grandes dimensiones y unos modernos grupos ópticos transparentes que aumentan su atractivo. Destacan las dos salidas de escape laterales de grandes dimensiones.
En una primera mirada la cirugía estética de este crossover parece difícil de percibir a no ser por las sutiles modificaciones en su parrilla frontal, llantas y algunos elementos atrás. Sus medidas permanecen invariables: 4.68 metros de longitud, 1.87 metros de ancho y 1.65 metros de alto junto a una distancia entre ejes de 2.75 metros.
En el interior, los cambios también son sutiles. La combinación de materiales es agradable al tacto y de buena calidad. Tiene una nueva pantalla color con cámara trasera que se activa al retroceder y que ayuda a las maniobras de estacionamiento. Además indica rango de autonomía de combustible o distancia recorrida, entre otras mediciones. Además hay unos bordes en cromados hacen lucir muy diferentes las salidas del aire acondicionado, el volante es deportivo y cuenta con más botones.
La cabina es amplia, luminosa y de buena visibilidad. El interior es ergonómico, los mandos están cerca del alcance de la mano y la posición ideal de manejo es muy fácil de conseguir gracias a las amplias dimensiones de su habitáculo. La postura de conducción es muy deportiva con una regulación amplia del asiento, una palanca de cambios elevada de fácil acceso y manejo manual de 6 velocidades, para maximizar la ergonomía y la «conducción activa».
El habitáculo es versátil y funcional, con cinco plazas amplias y un gran espacio de carga. La posición tanto de piloto como pasajeros es elevada como en la mayoría de las SUV. Los materiales empleados para su realización son de primera calidad, con un tacto y una organización muy limpia y agradable, mientras las terminaciones tienen un ajuste muy bueno.
Los instrumentos son parecidos a los del Mazda 3 y la nueva generación de modelos del fabricante nipón. Tiene una pequeña pantalla en la parte superior del tablero para mostrar información sobre la radio y en del climatizador (según versiones). Debajo de ésta y de las tres salidas centrales de ventilación se encuentra el sistema de sonido y, más abajo, los mandos de control de la calefacción.
En esta nueva versión notamos de entrada una suspensión más agradable y silenciosa. Los turbo se mueve con extrema fluidez y logra una alta calidad de marcha en carretera. La posición de manejo es alta y se siente como si uno estuviera un poco más arriba que un sedán o hatchback «normal».
Su planta motriz es un 4 cilindros turbocargado de 2.3 litros, ofrece 260 CV con la tecnología DISI (Direct Inyección Spark Ignition) que es una derivación de un particular muy común en los motores diesel, lo que redunda en un incremento de la torsión. Está acoplado a transmisión automática de 6 velocidades. Su par máximo es de 380 Nm a 3.000 rpm lo que garantiza prestaciones sobresalientes. La mayor fuerza de la planta motriz está entre los 2.500 rpm a 6.500 rpm.
Llega de 0 a 100 km/h en menos de 8 segundos y la velocidad máxima bordea los 210 Km/h. La recuperaciones son notables y el accionar del turbo no es violento, pero si vigoroso.
La aceleración es poco menos violenta que la generación anterior, más progresiva y hay un alto rango de torque disponible desde muy bajas revoluciones. Sin duda, uno de los motores más equilibrados y mejor logrados del fabricante nipón.
Sin lugar a dudas es una oferta muy interesante, extremadamente dinámica y muy entretenido de manejar. En términos generales bastate superior a varios modelos en que compite por precio/equipamiento.Un producto excelente, propio del que busque prestaciones de un deportivo con la comodidad y amplitud de las SUV.
LO BUENO:
-Diseño deportivo
-Motor de alto rendimiento
-Puesto de manejo
-Amplitud interior
LO MALO:
–Visibilidad trasera
Fuente: Por Mauricio Carvallo G, Destacados News