Tras exactamente 30 años en la sombra, Nissan ha devuelto a la vida una de sus representantes en competencias deportivas más emblemáticas. Se trata ni más ni menos que del Nissan Patrol Fanta Limón que participó en el París-Dakar de 1987 ha visto su gloria original restaurada y ha vuelto a su hogar espiritual en las dunas de arena del desierto del Sáhara.
Este mítico vehículo escribió su propio capítulo en la mitología del Dakar. Consiguió la victoria en la categoría diésel y fue el primer diésel en terminar entre los diez primeros de la carrera general, en novena posición.
El modelo Fanta Limón ha recibido una nueva vida gracias a un equipo específico de ingenieros del Centro Técnico Europeo de Nissan (NTCE, por sus siglas en inglés) en Barcelona, España. Durante más de dos años de trabajo, transformaron un montón de chatarra de un museo español en un auto de competición off-road muy capaz.
Pedro Díaz Illan es el director del equipo de Ingeniería Eléctrica y Electrónica en el NTCE, y el único miembro del equipo original de 1987 que todavía trabaja allí. «Fue un momento de orgullo. Hemos puesto todo nuestro cerebro, corazón y alma en este proyecto, y no ha resultado nada fácil. Pero volver a ver el jeep en el desierto ha sido fantástico.»
La historia del éxito en el rally París-Dakar de 1987 empezó el año anterior, cuando Nissan Motorsport diseñó un plan para participar en rallies de resistencia off-road de perfil elevado. El vehículo base era el Patrol –el popular 4×4 de Nissan– y el equipo del NTCE en España lideró el proyecto.
El patrocinio de Fanta Limón llegó a través de conexiones con Nissan España y la marca Coca-Cola, que quería explotar la publicidad global generada por el París-Dakar. El éxito llegó poco después, gracias a las victorias obtenidas en la categoría diésel de tres pruebas celebradas en 1986.
Pero el objetivo principal era el París-Dakar. Empezó el 1 de enero de 1987 con 312 vehículos alineados en la salida de la agotadora carrera de 13 000 km que atravesaría Europa, Argelia, Níger, Mali, Mauritania y Senegal. El equipo Nissan Fanta Limón inscribió dos vehículos; el 211 con Miguel Prieto y Ramon Termens como piloto y copiloto respectivamente, y el 212, al mando de los hermanos Jorge y Hansi Babler.
Las cosas no fueron fáciles. El camión de apoyo del equipo se averió en la segunda etapa, dejando a la pareja sin repuestos durante el resto de la carrera. El 212 se vio obligado a retirarse tras rodar por una duna, pero el 211 peleó hasta el final. Fue el primer diésel en terminar, y lo hizo en novena posición.
Tras cumplir su misión, los Patrol se retiraron de la competición. El paradero del 212 es totalmente desconocido, pero el 211 fue donado a la Salvador Claret, una colección privada de autos y museo automovilístico situado al sur de Girona, España. Y allí permaneció durante casi tres décadas.
La idea de recuperarlo surgió febrero de 2014, cuando los técnicos del NTCE vieron imágenes del mismo en un foro de Internet. Cuando se dieron cuenta de que faltaban menos de tres años para cumplir el 30.º aniversario, contactaron con el museo para que se lo devolvieran.
Juan Villegas, técnico del NTCE e integrante del equipo de restauración, ha explicado: «El motor se encontraba en un estado terrible. No se podía arrancar y muchas piezas estaban muy corroídas. Además, el eje delantero estaba bastante dañado.»
El Patrol fue transportado al centro técnico de Nissan en Barcelona en mayo de 2014 y allí empezó el trabajo del equipo de restauración de ocho miembros, que invirtieron sus propio tiempo por las tardes y durante los fines de semana. Buscaron piezas por toda Europa y pidieron a los concesionarios Nissan que buscaran en sus almacenes por si tenían piezas antiguas. Algunos componentes se compraron de segunda mano y también fueron restaurados.
Villegas ha añadido: «Queríamos que fuera preciso en todos los aspectos, y tuvimos suerte de conseguir los antiguos diseños y manuales de servicio del NTCE. Realizamos todos los ajustes para dejar la misma configuración que la del París-Dakar.»
En noviembre de 2016 el Patrol estaba terminado y volvió a su hogar espiritual; las dunas de arena del Sáhara. Fue un momento increíble para todo el equipo.
El costo de la restauración ha sido cubierto por Nissan en el marco de su fondo de «Innovación en Rendimiento». Es una suma de fondos que se destina cada año a proyectos que hacen realidad la promesa de la marca; Innovation that Excites.