Medio siglo atrás se dio inicio al proyecto del hasta ahora único auto diseñado, desarrollado y fabricado en Chile: el Citroën Yagan. Un vehículo utilitario con características similares a los populares SUV de hoy en día, que nació con el objetivo de convertirse en un auto asequible para todos, y que con el paso de los años se ha transformado en un ícono de nuestra historia automotriz.
El Citroën Mehari fue era verdadera innovación cuando fue presentado a nivel mundial en 1968. Pensado no sólo para el verano, este original buggy descapotable, con la carrocería completamente realizada en plástico, fue diseñado para los usos más variados: para el ocio como un descapotable, para el trabajo como una pick-up, para el transporte convertido en una berlina de cuatro puertas.
Adelantado a su tiempo e inspirado en las personas, este inusual Citroën era ligero, capaz y muy versátil, capaz de llegar a los sitios más insospechados. Se fabricaron unas 150.000 unidades durante casi 20 años (entre 1968 y 1987), incluyendo las versiones 4×4 que sirvieron en el ejército francés y se utilizaron como “ambulancia rápida” en el París-Dakar de 1980.
Con estas características en mente, Citroën Chile decidió utilizar al Mehari como inspiración para desarrollar un vehículo muy particular encargado por el gobierno en 1970, que tenía el doble propósito de motorizar a nuestro país y servir de transporte para el ejército de Chile.
El modelo debía ser asequible para todos, simple, práctico y de bajo costo. El presupuesto indicado por el gobierno eran 250 dólares de la época. Y si bien los ejecutivos de Citroën pensaron que el Mehari era el auto ideal por sus características “tipo jeep”, la importación del chasis y su ensamblaje en la planta de Arica duplicaba el valor del presupuesto.
Es así como Citroën decide entonces diseñar, desarrollar y fabricar el auto en Chile, usar al Mehari como inspiración estética y funcional, y utilizar la más accesible base mecánica de la Citroneta, que ya se producía en Chile desde hace una década.
Para poder realizar esta tarea, se formó un consorcio entre Citroën y la Corporación de Fomento de Chile (Corfo), y durante el lapso de 1 año se fabricaron en la planta de Arica alrededor de 600 unidades. El auto fue bautizado como Yagán en honor a los extintos indígenas que habitaron la Patagonia, nombre que fue otorgado por el destacado escritor y periodista Guillermo Blanco.
El vehículo se caracterizaba por sus líneas rectas y por carecer de puertas laterales, siendo la versión criolla de lo que en otros mercados se conoció como un Citroën FAF (Facile à fabriquer, facile à financer).
El Yagán ocupaba en mismo motor y caja de cambios que una 2CV AX330 o AK-6 de la época, al igual que la instrumentación eléctrica, pero el resto del auto se diseñó y fabricó en Arica. Se movía con un motor de 602cc enfriado por aire que entregaba 33 caballos de fuerza, y las primeras unidades salieron al mercado en 1972. Hubo una versión especial para el ejército que sólo se vio en el norte del país y que fue utilizada para el patrullaje de la frontera. En 1974 se puso fin definitivamente a la producción.
Para Jorge Ávila, un entusiasta de la marca Citroën que posee un ejemplar del Yagan, este modelo tiene un significado especial. “Fue un sueño de mi padre, siempre quiso tener uno. Por allá por 2008 vi un reportaje de unos jóvenes que iban a Arica en un Yagán (“La Huella del Yagán”) y me motivó a buscar uno para regalárselo. Lo encontré en Villa Alegre y estuvimos un año restaurándolo. Ese Yagán acompañó a mi padre en muchos paseos a lo largo de país, hoy está guardado debido a su fallecimiento hace sólo un par de semanas, pero pronto volverá a circular en honor a él y se mantendrá por siempre en la familia”.
En Arica, Víctor Hugo Cortés tiene actualmente 2 Yagán. Uno lo encontró en una población en Arica hace aproximadamente 5 años, y tras comprarlo tardó al menos 2 en restaurarlo. Es el único Yagán militar que queda en Chile. El otro lo encontró a comienzos de 2020, y es el mismo que se usó en el documental “La Huella del Yagán”. Su idea es restaurarlo para dejarlo como era originalmente.
Como aficionado a este tipo de autos, Víctor Hugo tiene un proyecto de hacer un museo automotriz enfocado en la fabricación nacional de las décadas de los sesenta y setenta. En Arica existieron al menos 23 armadurías y él ya cuenta con 25 automóviles de esa época, 6 de ellos Citroën. Para él este proyecto es muy importante ya que forma parte del patrimonio y la historia de la ciudad de Arica.
El reportaje al que ambos se refieren es el documental “La Huella del Yagan”, realizado en 2003 por Patricio Díaz y Enrique León, gracias al aporte del Fondart. Tras comprar a un heladero un Yagán en 200.000 pesos, decidieron hacer la travesía de más de 2 mil kilómetros en 10 días, desde Santiago hacia la ciudad de origen de este emblemático modelo. Las imágenes de la travesía se entrelazaban con entrevistas a ejecutivos de Citroën de la época, a ex trabajadores de la fábrica de Arica y a dueños de algunos de estos vehículos que están repartidos por Chile y que cuidan como verdaderas joyas.
Es importante recalcar que, a la fecha, el Yagán es el único auto diseñado, desarrollado y fabricado en Chile, y para los coleccionistas de Citroën de todo el mundo, es una de aquellas rarezas en las que vale la pena hacer una inversión.